Cuando los gigantes se hicieron conscientes de la existencia del dios Burí y de su hijo Börr, comenzaron a combatir contra ellos, pues los dioses y los gigantes en la antigüedad hasta la gran tregua con las nuevas razas de gigantes, representaban las fuerzas opuestas, el bien y el mal y, no había la menor esperanza de que algún día llegaran a convivir en paz. La lucha se prolongó durante una eternidad y ningún bando ganaba una ventaja decisiva hasta que Börr se casó con la giganta Bestla, hija de Bolthorn (la espina del mal), que le dio tres hijos: Odín (Espiritu), Vili (Voluntad) y Ve (Sagrado). Estos tres hijos se unieron de inmediato a su padre en la lucha contra los gigantes de hielo y, finalmente lograron dar muerte a su peor enemigo, Ymir. Al desplomarse sin vida, la sangre manó de sus heridas en tal cantidad que produjo una gran inundación en la que pereció toda su raza, con la excepción de Bergelmmir, que escapó en un barco y se fué con su esposa hasta los confines del mundo. Allí paso a residir y llamo al lugar Jötunheim (El Hogar de Los Gigantes). En Jötunheim, Bergelmmir engendró una nueva raza de gigantes de hielo siempre dispuestos para navegar desde su desolado país y arrasar el territorio de los dioses. Los dioses Aesir (pilares del mundo), al haber triunfado sobre sus enemigos y no verse ya comprometidos en una guerra perpetua, se percataron del aspecto desolado con el que todo había quedado a su alrededor y, se dedicaron a la tarea de hacer un mundo habitable. Los hijos de Börr, tras mucho deliberar, comenzaron a crearlo a partir del gran cuerpo de Ymir. De su carne hicieron Midgard, como se llamó al planeta Tierra. Esta fue colocada exactamente en el centro del vasto espacio (del futuro planeta, es decir, simboliza el centro de la Tierra) y, bordeada por las cejas de Ymir a modo de murallas (Se dice en la actualidad son las capas del planeta, como ejemplo la capa de Ozono). La porción solida de Midgard fue rodeada por la sangre y sudor del gigante que formo el océano. (El gigante era de hielo, por lo que su sangre era y es agua), mientras que con sus huesos formaron las colinas, con sus dientes los arrecifes y con su cabello los arboles y toda la vegetación. Complacidos con el resultado de sus primeros esfuerzos, los dioses tomaron entonces la calavera del gigante y la elevaron sobre la tierra y el mar para formar la bóveda celeste; luego, esparciendo su cerebro, hicieron las nubes. Para sujetar la bóveda celeste, los dioses situaron en sus cuatro esquinas a los fuertes enanos: Nordri, Sudri, Austri y Westri, encargándoles que la sujetaran sobre sus hombros. De ellos reciben el nombre los puntos cardinales.
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