Y aquí me encuentro, en la epifanía de mi alma, a la merced de los Dioses.
Pues al externo, donde mi cuerpo solo es la vasija, vacía e indiferente a cualquier otra, mas que por rasgos y colores del divino autor, el todo creador, fiel servidor de la madre naturaleza, mi señora que rige los mundos, desde lo alto, mas allá del cielo, en su traje de seda color plata y su inmaculada presencia, rigiendo entre las estrellas, recta y serena.
A ti, mi guia y mi luz, agradezco en el viento, por los mensajes que de ti me trae, permitiéndome oír tu voz, en la bruma de la ola y en la hora del ahora.
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